Protonado (Parte 2 y final)

“Ubi tu, ibi ego” :

“Donde tú estés, ahí estaré yo”


Hola, mi amor.

Ya es hora, mi vida.

Aquí es donde termina el camino que juntos recorrimos.

29 de octubre. El mismo día en que todo comenzó. Ya habíamos charlado antes, pero tal día cómo hoy se inició nuestra historia. O más bien, mi historia. Así lo tengo en mi memoria.

Otra vez a ser unos extraños. Fue hermosa la fantasía contigo.

No quería despedirte desde el dolor y la tristeza sino desde el amor y la alegría (o eso intento). Lo que tú trajiste a mi vida.

Cuando te conocí, ni por asomo pensé que terminarías significando tanto como lo fuiste hasta ahora. Te instalaste en mi vida como si siempre hubieras pertenecido aquí. Todo lo que siempre quise estaba en ti.

Me hiciste descubrir que no tenía la menor idea de cómo se sentía el verdadero amor. Mi corazón finalmente pudo conocerlo. Provocaste que lo viviera de una manera tan intensa cómo jamás imaginé y no creía que fuera posible. El amor más bello, puro y profundo que pude llegar a vivir y nunca pensé que pudiera tenerlo.

Me sentía especial porque tú me hacías ser especial. No te imaginas cuántos días ordinarios se volvieron inolvidables solo con tu presencia. Te adoraba, no solo por lo que eras sino por lo que yo era cuando estaba contigo. Como dice la canción: "heaven is a place on earth".

Contigo yo estaba en el cielo. I was on cloud nine!

Me enamoré de un tipo increíble y bello. Para mí, el más bello de todos. Aunque tus dudas con respecto a tu físico te hagan creer lo contrario. Los brazos, las piernas, la espalda y el pecho más bellos y que tanto me gustaban. Tantos esfuerzos en el gimnasio tienen que dar resultados. Ni hablar de esa barba que me tenía fascinada. Todo me gustaba, estaba cautivada.

Y no te des mala vida por la calvicie. No serás el único ni el primero. Como te vieras, yo te quería igual. No es la primera vez que te lo digo.

Lo valioso de ti lo llevas dentro: tu inteligencia y amor.

Quiero agradecerte por todo lo maravilloso y los momentos más hermosos de mi existencia. Fui la mujer más feliz del mundo, mi corazón nunca estuvo tan lleno de felicidad. Contigo no me faltaba nada y cada parte de mi vida comenzó a tener sentido.

Gracias por cada instante que compartimos, como si el resto del mundo no existiera. Mi mundo eras tú y lo hiciste latir como nadie ha sido capaz.

Gracias por demostrarme que podía volver a disfrutar vivir. Luego de unos meses tan difíciles, cuando la soledad y la tristeza me aplastaban. Lograste que ambas se me olvidaran por un momento.

Gracias por estar cuando más lo necesitaba. Cuando ya no estaban mis padres, estabas tú. Eras mi refugio, mi risa y mi paz.

Iluminaste y diste color a cada espacio de mi vida.

Gracias por haber sido parte importante de mi historia. La mejor y más bonita de mi vida. Aunque ahora solo quedes como el más bello recuerdo que llevo conmigo. 

Lamento muchísimo que tantos planes quedaron en nada. Te juro que me hubiera encantado pasar el resto de mi vida contigo. Me imaginé haciendo una vida los dos.

Quería despertar cada día y que tu rostro (o espalda) fuera lo primero que viera en las mañanas. Que mis hijos llevaran tu apellido. Esperarte que llegaras del trabajo para besarte, abrazarte y preguntar cómo estuvo tu día.

Aceptar que eso no iba a ser posible fue lo más difícil y doloroso. De todo a nada.

Estar uno al lado del otro para enfrentar los retos y desafíos que nos presentara la vida. Apoyarnos y acompañarnos para alcanzar nuestras metas personales y profesionales. Juntos en los días buenos, pero especialmente, en los días no tan buenos donde el amor y la convivencia son puestos a prueba.

Estar juntos no solo en los días fáciles sino cuando hubieras necesitado a alguien que te sujetara la mano. O voltear a verte y saber que todo iba a estar bien.

Fueran días buenos o malos, los quería todos mientras sean contigo.

Un hogar y formar una familia juntos era mi más grande y hermoso sueño. Al fin iba a volver a vivir lo que es pertenecer a una.

Tener nuestros hijos y embarcarnos en esa tarea tan compleja y delicada como es la crianza de otro ser humano. Pero no tenía dudas que nos hubiera ido bien. Con un padre como tú, habría sido más fácil.

Tú les habrías enseñado catalán, ciencias y de videojuegos.

Yo, español de LatAm, matemáticas y trepar árboles para agarrar mangos.

Formar y educar a personas buenas y felices.

Y por supuesto esperaría que los niños fueran como tú. Los más hermosos del mundo.

También me da un poco de pesar que no te gritaré ¡te amo! por la ventana, cada mañana al irte a trabajar. Como te dije que haría y a ti te gustó la idea. Y verle la cara de contrariados a esos holandeses.

Ya no te enseñaré a bailar salsa ni merengue.

Ni viajaremos en vacaciones para que recorramos toda España y yo te muestre cada rincón de Venezuela. 

Tampoco te haré arepas de desayuno y te hubiera enseñado a hacerlas tú mismo.

Ni modo, así es la vida: “no tenemos lo que queremos sino lo que nos toca”.

Quería todo contigo.

Pero ahora solo me toca olvidarte.

O más bien, que recordarte no me duela. No te olvidaré, eso está claro.

No me arrepiento de haberte dejado entrar a mi vida. Ni de nada de lo vivido, lo bueno y lo malo. Y si me dieran chance de retroceder el tiempo, ni lo dudo por un instante: Te elegiría todas las veces solo para tener la dicha de sentir lo que es estar enamorada de ti, una y otra vez.

Cómo me pasaba cada día mientras formabas parte de mi vida. Me sentía la mujer más afortunada de todas. Saber que te tenía conmigo, cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir, era mi razón para vivir y seguir luchando. El motivo para hacer las cosas de nuevo.

Si alguna vez hice algo bien en la vida, fue cuando te entregué mi corazón. 

No hay suficientes maneras de decirte cuánto me hiciste cambiar.

Me hiciste una nueva persona, todo me ha servido de aprendizaje.

Ya no vas a ganar el Nobel, como alguna vez deseaba con tanta emoción. Y no porque no te lo merezcas. Inteligencia, capacidad y talento te sobra para ganarlo. Por algo eres PhD de una de las más prestigiosas y mejores universidades del mundo, siendo tan joven. Te merecías todo lo bueno de la vida.

Pero no serás tú quien lo reciba. Y ya no vale la pena.

Hice mi mayor esfuerzo, di lo mejor de mí, me entregué en cuerpo y alma para que todo funcionara. Lo aposté todo. Y me duele profundamente que no se dió.

¿Recuerdas lo que te dije el 31 de diciembre del año pasado?

No se me olvida y con total certeza, hoy te lo repito: ¡eres lo más bonito que tengo en la vida!

Y si eso de la reencarnación existe, por favor, no te escondas. Usa muchos colores, grita, hazte notar donde estés. Haz bulla, mucho ruido. Lo que sea que sirva para localizarte. Yo te buscaré, en todas las vidas y en todos los mundos que existan, hasta encontrarte.

Ya verás que en esa vida sí somos nosotros, estamos juntos, nos queremos, tenemos nuestra familia, logramos hacer realidad nuestros sueños y somos felices. O eso trataremos de hacer cada día.

Aunque nunca me perteneciste, mi alma y mi corazón (que no lo sabían) te hicieron suyo.

Ahora que conozco la vida contigo, me ha costado mucho volver a la vida sin ti. Y no es que no pueda, por supuesto que soy capaz de hacerlo. Solo que no quiero. Porque contigo la vida era mucho más linda.

Me queda la satisfacción de haberte hecho saber cuánto te quería, te admiraba y de lo orgullosa que me sentía por ti. Cada uno de tus logros era la felicidad para mí.

Además de llevarte un pedazo de mí, te llevas mi gusto por Fleetwood Mac. Oír sus canciones será traerte de vuelta. A veces será inevitable escucharlos, pero ya no los buscaré más, se van contigo.

«Songbird» es tu canción. Si la llego a escuchar algún día, en ti pensaré: “And I love You, I love You, I love You, like never before”

Canción que escucho mientras escribo esto. Cuando la oigo, te siento más presente y cerca de mi. La asociación contigo es automática.

Mi corazón y mi mente al fin se entendieron y me duele mucho dejarte, pero es lo que tengo que hacer. No hay otra opción. Tienes que irte, salir de mi vida. Me toca transformar y deformar el amor para convertirlo en recuerdos.

Y no lo hago por falta de amor. Lo hago porque merezco una vida en paz y poder tener un futuro.

Se me llenan los ojos de lágrimas porque me duele mucho dejar ir a la persona que más he querido.

Perdón por todo lo que no pude darte. Si a veces fui intensa o muy pasional, difícil y complicada. Mis arranques y vehemencia. No soy perfecta. Pero a pesar de todos los defectos, hay algo de lo que estoy absolutamente convencida: nada de eso haría cambiar mi amor por ti. 

Espero que todo el amor de mi parte lo hayas sentido con la misma intensidad y emoción con la que yo te lo entregaba. Te hayas sentido querido.

No tuve la suerte de quedarme contigo, pero sí tuve el privilegio de cruzarme en tu camino. Ya no tengo que soñar para conocer a alguien como tú.

Te llevaré conmigo, con los más hermosos recuerdos. Algo que nada ni nadie puede quitarme. Solo me pertenecen a mí y los atesoro en el fondo de mi corazón.

No te busco pero te encuentro en todo lo que me rodea. Ni puedo dejar de pensarte y no porque no lo haya intentado. Es que aún no consigo nada que me haga sentir como tú lo hacías.

Me duele en lo más hondo de mi alma saber que no volveré a verte en la vida. Y me asusta mucho pensar en todo lo que viene en mi futuro sin poderlo compartir contigo.

Ahora a intentar nuevos sueños. Que si te soy sincera, hoy no tengo ninguno. Solo quisiera dejar de sentir la tristeza que llevo desde que te fuiste. Ni sentirme que estoy huyendo de tus recuerdos.

Sé que en los próximos días me acordaré de algo que me hubiera gustado decirte, pero este escrito también debe tener un fin. Lo que sea que me venga a la mente, ahí quedará.

Lo más importante ya lo sabes y jamás lo olvides: te quise con todo el amor que llevo dentro, de la manera más honesta y real posible. Sin reservas e incondicionalmente

Mi único consuelo es que estarás eternamente viviendo en mi corazón.

Y en mis sueños no tienes que irte. Cuando cierre los ojos, siempre volverás a mí.

No sé si te dí todo el tiempo y la atención que necesitabas. Lo que sí sé es que te dí todo el amor que tenía para darte durante el tiempo que ese tipo me lo permitió. Y le agradezco que haya sido él quien te sacó de mi vida, sin despedida. Yo no habría sido capaz de decirte adiós. Hasta hoy.

La culpa de terminar algo que amaba tanto me hubiera destrozado aún más que ahora.

Hice lo que tenía que hacer. Dije lo que tenía que decir. Fuí la más feliz. Y también sufrí como nunca. Pero valió la pena y estoy tranquila. Sin odio, resentimientos ni rencores. Sigo aprendiendo a convivir en paz con tu vacío. Me voy con serenidad.

Gracias por todo lo que hiciste por mí.

Sé que te voy a recordar y extrañar muchísimo. Y me harás aún más falta. Será inevitable hacerlo en fechas importantes como tu cumpleaños, el mío, navidad y año nuevo, etc. Todo un desafío pero haré los esfuerzos necesarios para seguir adelante.

Y ahora que se acerca un mes tan significativo para mí como lo es diciembre, uffff, ni te cuento cómo será eso.

Llevaré tu nombre en mi corazón. No como una herida sino como una historia que quise hasta el final. Formas parte de mi.

Nunca dejaré de quererte y mi corazón aún te busca (ya se le pasará). Solo acepté y me resigné a que jamás estaremos juntos.

Y por última vez, te amo, mi protonado.

Siempre serás tú...

Eternamente tuya.

Ariadna. 

[Este último mensaje no será la excepción. Como lo hacía con cada uno de los que te enviaba, también tendrá el respectivo p.d.]

P.d. tqm ♥️

(Te quise, te quiero y te querré mucho. Hasta el fin... ♾️)

Comentarios

Entradas populares