dr c.

 “Siéntate a la orilla del río el tiempo suficiente y verás pasar el cadáver de tu enemigo”

Proverbio chino.



dr c.

Así, en minúscula.

Un título académico y una letra. 

Sin nombre. Anónimo. Insignificante.

Mi verdugo no merece ser nombrado ni recordado. Y como lo que aquí escriba va a sobrevivir a mi muerte, no me interesa que su identidad esté ligada a mí.

Antes de publicar este escrito, había identificado al tipo que me desgració la vida. Su nombre completo iba a ser el título. Para que todos ubicaran a una mala persona.

Pero mejor no. 

Como a los peores criminales y terroristas, no se debe decir como se llama ni recordar jamás. 

Condenarlo al ostracismo, al silencio. A la oscuridad donde me lanzó. No alimentar su narcisismo.

Confinarlo al pequeño e insignificante espacio que hay entre él y yo.

Además, el hombre que inventó y del cual me enamoré, lleva su mismo nombre.

Prefiero quedarme con la parte bonita de toda esta historia y no asociarlo con sufrimiento, dolor y tristeza.

El dr c solo representa a un ser miserable, un cobarde.

Con una estructura de valores muy cuestionable.

Desconocido para mí. Un extraño que se aprovechó y echó mano a la más ruin manipulación y engaño para joderme la vida.

Actuó con premeditación, sabiendo lo que hacía. 

Sin importarle el daño que causaría.

Inventó ausencias amorosas, distanciamientos familiares y aislamiento social. 

Un maldito enfermo. Lo peor que me ha pasado en la vida.

Un psicópata, enajenado mental. Solo una mente retorcida puede hacer algo semejante.

Pobre chica que tiene de pareja. Me da lástima por ella. 

Convivir con semejante monstruo.

Y peor si ese es el patrón de comportamiento que aprendió durante su formación y crianza. Donde la mentira y el engaño son habitual y normalizado. El futuro que le espera a ella es muy oscuro.

Bueno, el presente tampoco es que sea un cuento de hadas. No debo ser la primera ni la última víctima. Debe estar permanentemente a la caza de otras mujeres. Así son los enfermos.

En fin, no es asunto mío. Nunca lo fue. A ese sujeto no lo conozco.

No le deseo ningún mal, porque ese peso de odio y rabia no lo voy a cargar yo. No tengo ninguna necesidad de llenarme de malos sentimientos, andar el resto de mi vida con ese peso en mi espalda. 

Qué va, que él cargue toda su mierda encima. Aunque con ese comportamiento, se nota que ya su vida es una mierda en sí.

Tampoco le voy a desear el bien, que sea feliz y dichoso. Si sufre y es infeliz, es su culpa y me da igual.

La vida se encargará de él.

Si no es personalmente será través de sus más cercanos afectos, de alguna manera va a pagar todo el daño hecho. Sería de una ironía poética que sus descendientes vivan el mismo infierno.

No nos vamos de este mundo sin pagar las cuentas pendientes. 

Se lo dejo en manos del destino. Él que le pase la factura.

Será inevitable recordarlo, tristemente es parte de mi historia. La peor, pero parte al fin. 

Pero haré que sea breve e intrascendente.

dr c, la inteligencia no es ninguna virtud. Eres la muestra de ello. Muchos estudios y preparación profesional que solo te sirven para el currículum. No te han hecho ser una buena y mejor persona.

Solo eres un ser repugnante a quien llaman doctor. A eso se resume tu triste existencia.

Es lamentable que uses tus talentos intelectuales para el engaño, la burla, jugar con los demás y tus más asquerosas intenciones.

Ojalá cambies, por tu bien. Y de los que te rodean. Más inocentes serán afectados con tu conducta.

Porque alguien que está bien por dentro no hace daño. Y es obvio que tú no lo estás. Tu actitud habla de un vacío, carencias, rechazos y una aridez espiritual y emocional.

Vaya, no es la primera vez que te lo menciono. Una señal que no vi a tiempo. Qué cosas.

Ni idea quién te hizo tanto mal y lo que te hicieron, pero yo no tenía la culpa ni era responsable de nada. Se puede inferir que es alguien a quien temes o ya no está. Porque no eres capaz de cobrarle a esa persona lo que te hizo. Paga el primero que se te cruza. Tuve la mala suerte de ser una de ellos.

Espero que todo el daño que me causaste a mí, sirva para que tú sanes. Te ayude a superar los traumas y las heridas que te ocasionaron en tu vida. Que sea la última de tus víctimas. Que no creo, pero ojalá que sí.

Pensé que darías la cara, serías el hombre del cual tu fallecido padre estuviera orgulloso. Asumiendo el costo de sus acciones. Un hombre que actúa correctamente.

Responder a la pregunta que estuvo rondando en mi cabeza desde el momento que descubrí tu engaño: ¿por qué lo hiciste?

Pero sólo huíste como una rata y guardaste silencio. He visto adolescentes más maduros.

Ahí encontré la respuesta. Y ya no espero más nada de ti.

Si te vi, ni me acuerdo...

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