Alguien que llevo en el corazón...

 “Te querés sacar de la cabeza a alguien que tenés en el corazón.

Los sentimientos no se olvidan, se dejan de sentir.

Uno no puede olvidarse con la cabeza a alguien que se lleva en el corazón.

Lleva tiempo.

Es de a poquito, muy de a poquito.

Es dejar que el tiempo pase, que ya no duela, que ya no agrande la herida y lentamente se haga la cascarita.

No hay fórmulas secretas, ni atajos, ni tips, ni un carajo.

Solo el tiempo logra apagar un sentimiento que quema, primero arde, después molesta y al final se va... ya no sentís nada. 

Al final se recuerda con una sonrisa, con madurez, con aceptación de que fue parte de tu vida por algo y que te tenía que pasar.

Es imposible sacar de tu cabeza a alguien que aún vive en tu corazón.

Ni lo intentes, porque vas a fallar y te vas a frustrar al pedo, te vas a sentir idiota y peor aún, lo vas a meter más profundo de lo que ya está.

El primer paso es el más doloroso, es el que más cuesta, es aceptar que ya no está.

Es no ilusionarse, es no dejar ninguna puerta abierta a la idea de que vuelva.

El resto lo acomoda el tiempo y la vida, que si no te pones media pila pasa volando y no te enteras.

El amor propio nace cuando dejas de esperar que te lo dé alguien y entendés que te lo tenés que dar vos.

Y que quien venga, viene a compartir. 

Llora lo que tengas que llorar, vacíate y recién ahí vas a poder volverte a llenar.

De vos.”

Gonzalo "El Pela" Romero.


Maldita sea que mi corazón no termina de aceptar la realidad, que nos echaron. Que nos sacaron a patadas y cerraron la puerta en nuestra cara. 

Siento que se quedó atrás, esperando una razón, una explicación que nunca va a llegar. Desconcertado, pensando qué hizo mal. Por qué nos trataron así.

Él solo hizo lo que sabe hacer: sentir y querer. Más nada. Sin pensar ni analizar y mucho menos con intención de hacer daño. Se lanzó del avión sin la certeza que el paracaídas iba a funcionar.

Se resiste pero tengo que estar empujándolo para que medio siga adelante con el resto de mí. Se sincronice con el cerebro otra vez y podamos vivir en paz nuevamente. 

Le cuesta dejar de mirar atrás.

Pero es terco. Poco a poco dejará de hacerlo.

Y lo entiendo. Nos hemos cuestionado, juzgado y castigado. Sin ninguna necesidad. La acción del otro nos hizo dudar de las nuestras. Nuestras actitudes y comportamientos. Craso error. Hicimos lo que teníamos y sabemos hacer. Sin arrepentimientos. 

Nos deslumbró una fantasía construida desde el principio. Cada palabra, cada cumplido fue diseñado para hacernos creer una historia que nunca fue real y hacernos sentir queridos, apreciados y comprendidos. Detrás de todo esto solo había manipulación, engaño y un frío desprecio por los sentimientos y emociones.

Le entregué mi amor pensando que era genuino y recíproco. Pero no. 

Solo nos toca aprender la lección. Y aprender a controlar el corazón.

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